domingo, 5 de julio de 2020



DESOLACIÓN


-En 2020 se cumplió la profecía. Unos aseguraban que eran demasiados, si querían vivir con desahogo en el Planeta debían morir muchos, las riquezas naturales no eran suficientes para alimentar a ocho mil millones de seres. Los laboratorios trabajaban incansables en experimentos; esterilizaron a hombres y mujeres y sucedió lo peor. No hubo nacimientos y la población comenzó a envejecer, miles de ancianos improductivos pululaban por las ciudades aferrándose a la vida, la escasez aumentaba, solo algunos privilegiados disponían de los bienes terrenales.
El profesor hizo una pausa, antes de continuar su discurso contempló al auditorio. Alrededor de un centenar de estudiantes de entre veinte a ochenta años, escuchaba sin mover un solo músculo. Achinó los ojos para observar mejor los rostros y comprobar que habían calado sus palabras, luego, dio mayor veracidad a la historia y clamó: ¡Solo había una solución, exterminar al género humano!
-Pero eso es terrible -se atrevió a formular una jovencita de sesenta, una muchacha rubia de tez oscura.
-Lo es, lo era, mejor dicho, y nadie se arriesgaba a sugerir medidas drásticas. Nadie quería morir. Sin embargo, se trabajaba bajo secreto para conseguir la eliminación de los individuos.
- ¿De todos? -ahora preguntaba un adolescente de piel blanca y pelo negro y encrespado.
-No, ELLOS sobrevivirían.
La respuesta quedó en el aire, tensa. Cloris no quiso intervenir, intuía la gran tragedia. De niña, en casa de sus padres, había oído hablar de aquello que ocurrió hacía cien años y prefirió mostrar cierta reserva, en realidad solo era una suposición, una murmuración en el ámbito sociofamiliar. No se sabía si era cierto, lo contaban los abuelos a los hijos y estos a los suyos; hubo una pandemia que se extendió como una oleada de aceite, una nebulosa cargada de virus microscópicos que atacaba esparciendo cadáveres por la superficie de la Tierra. Enarcó las cejas, estiró las orejas cuanto le fue posible y abrió su corazón para guardar el mensaje maldito. Era de los más jóvenes, tenía veinticuatro años y un brillante porvenir.
-Millones de mascarillas, miles de guantes de goma -el maestro proseguía-, entre las gentes reinaba un destello de esperanza, los objetos les salvarían, se lo habían prometido, los sanitarios les devolverían la vida, sin intuir que esos gérmenes malignos actuaban como una culebra gigante que atravesaba los continentes y les estrangulaba sin piedad. Poco a poco las calles se quedaron desiertas, los edificios vacíos, las bocas hambrientas. Únicamente ELLOS se mantenían ocultos observando impasibles el caos que se avecinaba.
Cloris pasó el dedo por la pequeña pantalla de bolsillo y apuntó. “ELLOS, ¿por qué?” Iba a formular la pregunta y el anciano advirtiendo la expectación continuó.
-ELLOS eran dueños del poder, acumulaban fortunas que no deseaban compartir. Después de varios años investigando en talleres herméticos, crearon algo insignificante, una pequeñísima partícula a la que llamaron Covid 19, capaz de aniquilar a la totalidad de las almas. Nadie sospecharía quiénes eran los causantes, por eso dejaron pasar un tiempo hasta el día en que resolvieron lanzarla al aire. Consultaron los libros antiguos y se valieron de la profecía. “El fin del mundo está previsto para el 2020 a causa de una horrible calamidad”. Difundieron el oráculo para conformar a las gentes de que había llegado su hora, la hora prevista.
-Pero -arguyó Céfiro, el marido de Cloris- ¿nosotros qué?, ¿acaso no somos los descendientes de los que sobrevivieron?
El profesor permaneció en éxtasis unos minutos. Luego vaticinó.
-No lo sois, ni siquiera ELLOS se salvaron.
Entonces, dio por terminada la plática hasta la siguiente sesión.
Comenzaron a salir en tumulto, todos hacían comentarios por lo bajo. “¿Cómo se aventuraba a hablar de aquello que estaba prohibido?” “Solo sabían que era una cuestión intocable”. “Ahora él nos quiere desvelar lo qué pasó”. “Por fin conoceremos la verdad”. Estos y otros razonamientos les llenaban de ansiedad.

Céfiro se había enamorado de Cloris hacía siete años en cuanto la vio paseando por el campo, le dijo que era la flor más hermosa que jamás hubiera visto.
-Pero no soy una flor -le respondió muerta de risa.
-A partir de ahora, yo seré el viento del oeste que te proteja de todos los males y tú la reina de las flores -le dijo mirándola a los ojos. ¿No sabías que Cloris era una ninfa de la que se enamoró Céfiro el viento del Oeste? La raptó, le puso el sobrenombre de Flora y le concedió el don de reinar sobre las flores.
- ¿No se te ocurrirá hacer lo mismo, raptarme?
-No será necesario, nos casaremos -aseguró-, estamos predestinados, como los dioses del Olimpo, por algo nos han puesto estos nombres.
            En la primavera siguiente contrajeron matrimonio. Se fueron a vivir a las afueras. Céfiro construyó una casa frente a un bosque, cerca del río. Uno de los caprichos de su mujer era permanecer en contacto con la Naturaleza. Crearon un pequeño huerto, lo trabajaban y se alimentaban de sus productos. Al atardecer daban extensos paseos, mantenían largas conversaciones y se alegraban de ser afortunados por disfrutar de un paraje tan esplendoroso.
            Disponían de una biblioteca profusa que les había proporcionado el Administrador, leían libros variados, filosóficos, novelas, historia, cuentos, todos de autores actuales; desconocían si existían otros anteriores a su época, era un tema por el que nunca se habían preocupado. Fue por casualidad, un día en que a Cloris se le ocurrió clasificarlos por orden alfabético, cuando encontró uno diferente, con hojas y tapas de pergamino. Llamó a Céfiro, entre los dos lo examinaron sorprendidos, seguramente se habría traspapelado de algún archivo reservado. Lo más extraordinario era que el que lo había escrito, revelaba una sucesión de profecías que ocurrirían a lo largo del tiempo. Las preguntas iban y venían.

- ¿De qué tiempo, Cloris? Es un legajo raro.  
            - ¿Cómo habrá llegado hasta aquí? Es el único tomo que no encaja con el resto y la narración empieza en el siglo XVI y dura hasta el XXIII. Esto me parece más excitante, leer que hace una centuria preexistió una civilización muy avanzada. Nunca hemos estudiado la Historia de la Antigüedad, ni siquiera la próxima, y resulta increíble que en el año 2020 se desencadenara un cambio que probablemente nos haya afectado. ¿Qué sucedió durante ese período? La Historia Actual comienza en el 2120, o sea, ahora.
Céfiro comprobó el manuscrito, el amanuense, tenía una letra perfecta, dibujada minuciosamente.
            -Fíjate, Cloris, este libro se publicó en el 1500 y anuncia el fin del mundo para el 2020. El autor era una especie de mago o adivino que informó de muchas catástrofes, entre ellas esta última. Las otras no sabemos si se cumplieron, solo la de hace un siglo.
            -Y no nos lo quieren contar suponiendo que alguien lo sepa, es una laguna que abarca un amplio espacio, un vacío que desconocemos.
-No quieren o no pueden. Me gustaría saber dónde estará el enlace que conecta con nosotros, el vínculo que nos revele cómo vivieron nuestros antepasados.
            - ¿Y si los de antes no fueran ascendientes nuestros?
            -Elucubras demasiado, aunque pienso que quizás tengas razón -Céfiro adoptó un aire misterioso para afirmar-. He oído rumores, creo que hay un hombre en la universidad que imparte conferencias sobre materias tabúes.
            -Entonces, eso es lo que nos interesa tanto a ti como a mí -manifestó convencida.
            -Iremos a matricularnos, cuanto antes -fue su respuesta.
           
Asistieron a la charla algo escépticos, iban sobre todo a escuchar algo nuevo, algo que les hiciera comprender lo que escapaba a su entendimiento, sin estar convencidos de que sus dudas quedaran resueltas. Las clases serían una vez a la semana, en teoría sobre la asignatura de Historia Actual. El hecho de que de repente el profesor se fuera por las ramas, resultaba insólito y excitante. Era un hombrecillo de baja estatura y mucha edad que se exponía a que lo expulsaran del Paraninfo. Luego, en un momento determinado que él calculaba, detenía el parlamento para no extralimitarse en el horario, más que nada, para que los directores no presintieran que planteaba otras disciplinas.
Como todo el mundo, al salir, se sumaron a los comentarios.
-Me ha encantado, es cierto que hay una persona que está al corriente de secretos. ¿Pero por qué tanta reserva?, fuera lo que fuera aquello que pasó, es parte de la Historia, debemos saberlo.
-A no ser que quede algún sobreviviente de ELLOS.
-No lo creo, Cloris, ya has oído al maestro. También desaparecieron.
-Sin embargo, él conoce los sucesos y desea participarlos.
-El PADRE HACEDOR también lo sabe y el asunto lo tiene excluido de la enseñanza.
-Tiene que haber una razón muy poderosa.
Desde el día en que asistieron a la facultad, desde el mismo instante en que una persona erudita y rigurosa les formuló el mayor misterio de su vida en el Planeta, los interrogantes les rondaban por la cabeza sin parar. Ambos contaban las horas, los minutos que faltaban para volver, y una inquietante sensación les llenaba de impaciencia.
 Después de una semana ocuparon dos asientos en la primera fila del aula. Cloris pudo observar de cerca al personaje que pronunciaba el discurso. Tenía una melena blanca que le llegaba a los hombros, el rostro enjuto, la piel se plegaba en caminos de arriba abajo y las cejas pobladas, cejijuntas. Las manos eran lo mejor de su aspecto, parecían suaves y tersas. Fijándose bien, se dijo, no era como los demás, ¿de dónde habría salido? Después de perorar durante una hora, Cloris concluyó que era un pozo de sabiduría. Habló de la maravillosa raza que formaban y de lo perfecta que era la organización en todos los ámbitos. Luego, elogió al Regidor que gobernaba atendiendo al bienestar de la población al que nada se le escapaba.
El tiempo pasaba, seguía sin oponer ninguna traba contabilizando las bonanzas de las que disfrutaban y sin mencionar la profecía del 2020. La mente de Cloris almacenaba las palabras, las frases, y las colocaba en los estantes de su cerebro mientras el orador hablaba y hablaba. ¿Cómo había estado tan ciega?  Sus palabras se reducían a perdurar su modo de vida, eran propaganda y aceptación del PADRE como el bien sumo. Hasta entonces nunca había deliberado si le gustaba ser tan feliz, tener todas sus necesidades cubiertas, no apetecer nada porque lo poseía todo, no existir deseos, ni frustraciones, además, estaban previstos matemáticamente los años de juventud, largos y duraderos, envejecer casi al final de los días. Al anciano profesor le quedaba poco, se había especializado en Historia y no quería morir sin dar a conocer ese lapso que mediaba entre una centuria y que había descubierto a fuerza de investigar. Pero las circunstancias no debían ser propicias para revelarlo y se extendía en deliberadas disertaciones. Habría que esperar una semana más.
-Céfiro, ¿alguna vez has sentido que no te gusta la vida que tenemos?, ¿piensas que habitamos en un lugar demasiado perfecto y eso te coacciona?
-Hasta hace muy poco no me hacía preguntas de ese estilo. Todo lo que nos rodea está fabricado para que no haya carestía. Hemos tenido una niñez con nuestros padres armoniosa. Tú con los tuyos, yo con los míos, nuestros amigos con los suyos. Trabajamos en lo que deseamos o estudiamos lo que queremos o nos dedicamos a la ciencia o a las manualidades, a lo que sea tenemos acceso. Sin embargo, ahora estamos descubriendo que han coexistido otras formas de vida, que la gente ha sido muy desgraciada, que al bien se oponía el mal.      
-Intuimos por lo que dice el profesor, que el mal consistía en matar a la gente y apoderarse de sus pertenencias -se quedó pensativa un rato y exclamó- La próxima semana, cuando termine su exposición, podríamos quedarnos para hablar con él. Me gustaría que nos diera alguna pista e indagar por nuestra cuenta.
-Me parece buena idea, Cloris. Si no conocemos nuestro pasado es como si nos faltara una parte del cuerpo. Siento que no podré vivir sin avanzar hasta el fondo.  
Deseaban que los días transcurrieran rápidos, un desasosiego les oprimía y era más fuerte que su complacencia en recrearse en su propio entorno, el que les había correspondido en el orden instaurado de antemano. Solo habían conocido el bienestar supremo, nunca se tuvieron que preocupar por la clase de comida preferida que, en su caso, habían elegido el cultivo específico de frutas y verduras; ni por la ropa que debían ponerse. Todas las prioridades o gustos se abastecían con solo pedirlo al Ayudante del Administrador. Los vestidos siempre consistían en túnicas de todos los colores y tejidos, se adaptaban al frío o al calor.
Cada mes se celebraban fiestas sociales a las que acudían en masa. Iban a los palacetes destinados a los eventos. También disponían de música, teatro, cine o tecnología muy sofisticada. Aquí era donde más disfrutaban. Se trataba de talleres inmensos donde analizar, construir, investigar. Podían compartirlo con otras personas interesadas, todos eran amables y participaban entre ellos si lo consideraban importante. En cuanto a la familia, una mujer concebía una sola vez, estaban programadas, pero si no deseaban tener hijos, podían acogerse a esa opción.
Cloris insistía en sus preguntas.
- ¿Te has cuestionado alguna vez por qué somos absolutamente felices?
-Sabes, que no paro de pensar en los porqués. He sido dichoso mientras no conocía nada más que nuestro mundo, nuestro ámbito perfecto. Ahora que tengo oportunidad de acceder a conocimientos nuevos, ya no lo soy. Creo que nuestra mente está capacitada para asimilar no solo lo que nos es habitual, sino para explorar más allá, lo pasado, lo presente y lo venidero. De estas tres dimensiones se aprende de otra manera, ahora es como si estuviéramos cojos. La felicidad no es un regalo, la tenemos que construir y esto nos obliga a ser felices o desgraciados. Desconocemos qué motivos empujan a los que nos mantienen aquí para evitar que alcancemos otros fines que los que nos imponen.
-A veces pienso en lo ofuscados que hemos estado, poseemos una libertad sin privaciones, pero sutilmente dirigida, todo ¿para qué? No me cabe duda de que la respuesta está en el pasado. Nos han quitado la facultad del pensamiento y subsistimos en condiciones óptimas para mantener la juventud largamente, eso hace que nos sintamos satisfechos. Dilucidar, saber, proponer formas de vivencia distintas no son cuestiones a nuestro alcance, ¿por qué?
-Mañana nos toca la clase con el profesor, esperemos que nos ayude -fue la respuesta.
Así pusieron fin a sus argumentos con el deseo de progresar tras la siguiente lección. La sala estaba repleta de oyentes de todas las edades y, como siempre, los ojos no se despegaban de los labios del conferenciante. Tenía la voz suave, sus palabras sonaban auténticas cuando explicaba el renacimiento de la nueva era que acababan de estrenar, se había llegado a la excelencia de la vida gracias a los esfuerzos y a la tenacidad del Gran Hacedor o Padre. A él le debían la perfección, la dignidad y la grandeza de la que gozaban.
Después de los aplausos y tras la salida del público, Cloris y Céfiro permanecieron en sus asientos sin moverse, el anciano no había vuelto a mencionar el asunto de la profecía. Pensaban si sería por alguna causa de censura. Los miró con sorpresa y preguntó.
- ¿Puedo servirles en algo?
-Nos gustaría hablar en privado, es sobre la Historia pasada, el 2020, concretamente.
El profesor cambió de fisonomía, elevó los ojos al techo, torció la boca y apretando los dientes respondió.
-Vengan mañana por la tarde. Les estaré aguardando aquí mismo. Tengan cuidado.
Después abandonó el aula con paso ligero. Cloris y Céfiro salieron cogidos de la mano, inquietos, ¿les respondería el profesor a las preguntas? ¿estaba próxima la verdad? Veían la solución cercana a pesar de que eran conscientes del riesgo que corrían. La frase “tengan cuidado” les alertaba de que podrían ponerse en peligro y estaban dispuestos a afrontarlo. Pronto atravesarían una barrera prohibida y toda cautela sería poca. Por otro lado, pensaban, ¿por qué habían de espiarles?, se suponía que eran libres para entrar o salir como quisieran.
Definitivamente ya no había vuelta atrás.
 Regresaron al día siguiente. Tras recorrer un largo pasillo, se dirigieron lentamente hacia el recinto que a esas horas solía estar cerrado, no querían suscitar alarmas. Llamaron a la puerta que se abrió con suavidad, el profesor les hizo gestos con las manos para que pasaran, luego la cerró.  
-Tomen asiento -les indicó y contrajo los labios para balbucir-. Deduzco que mis palabras de hace dos semanas excitaron su atención. Por desgracia, creo que no podré adelantarles mucho más.
-Tenemos muchas dudas que es probable que no afecten a los alumnos, y a nosotros no nos dejan respirar tranquilos. Hubo unos días en que usted hablaba y explicaba a su auditorio el gran misterio de la Historia antigua, especialmente la de hace cien años. Más tarde, se volvió mudo, dejó de enseñarnos esa ciencia. Pero nosotros tenemos miles de interrogantes, todos sin respuesta. En usted está la clave y por eso venimos y le preguntamos, queremos saber por qué se nos ocultan nuestros orígenes y no paramos de argumentar si se puede ser feliz viviendo en la ignorancia, y por qué una vez que hemos descubierto esta fase nueva, solo deseamos profundizar hasta el final. Esto nos ocurre, profesor, le ruego que nos devuelva la luz.
El anciano suspiró, entornó los párpados, se mantuvo en esta posición unos minutos y al cabo de un rato, abrió los ojos tanto como pudo y comenzó a hablar.
-Me es difícil lo que voy a decir, además lo tengo prohibido. Yo soy una rareza, un superviviente de la gran catástrofe. Ya les dije que incluso ELLOS sucumbieron, tomaron de su propia medicina. Tenía veinte años cuando ocurrió aquello. Los nuevos habitantes que me encontraron me inyectaron parte de sus células para que pudiera ser casi tan longevo como ustedes, pero pronto llegará mi muerte y creo que es una obligación por mi parte informar a los seres diferentes que pueblan el Planeta… -hizo una pausa y Cloris aprovechó para intervenir.
- ¿Nos está insinuando que antes del 2020 vivían gentes que no tenían nada que ver con nosotros?
-Exactamente.
-Entonces, ¿cómo llegamos hasta aquí?
El viejo iba a contestar y en aquel instante se oyó un estruendo al otro lado del pasillo, como de máquinas golpeando. Él empezó a temblar, su rostro palideció, los pómulos se le volvieron más pronunciados apretándole la mandíbula.
-Márchense cuanto antes por la puerta de atrás, si consiguen acercarse a mi casa, busquen en el armario de mi ropa; medio escondida hay una caja, les dará las pistas que necesitan -y al decirlo les entregó un papel con la dirección.
Cloris y Céfiro llegaron a la carrera al puesto de emergencia que daba a una escalerilla estrecha. Mientras bajaban, notaban el ruido a sus espaldas. Ya en la calle, comprobaron horrorizados el techo caído de la segunda planta, justo donde habían estado con el profesor.
-Vamos a casa, Cloris, debemos considerar lo que vamos a hacer a partir de ahora. Mañana iremos a su domicilio.
-Mañana será tarde, Céfiro. ¿Y si entran y hacen desaparecer sus pertenencias?
-De acuerdo, me pregunto quiénes son los que han querido hacerle daño. Si se nos dice que no existe el mal, no entiendo nada.
-Pensándolo bien, nunca nos hemos hecho preguntas hasta ahora. No era necesario y no nos dábamos cuenta de que estamos en sus manos. Ejercen el poder.
-No perdamos tiempo y vayamos a donde dice la nota.
 Céfiro buscó la ubicación accionando el botón de la correa de su muñeca. Vivía al otro lado de la ciudad, sacaron de la mochila las alas automáticas, se las ajustaron y las batieron hacia la dirección deseada. Al llegar al punto seleccionado planearon y las plegaron en su estuche.
Era una torre de color naranja, con hojas de cristal giratorias. Entraron en el elevador número diez que los llevó al décimo piso. Presionaron tres veces el borde derecho de la puerta, según decía la contraseña, que se abrió como la página de un libro. El interior lo constituía una sola habitación de ciento veinte metros cuadrados dividida en compartimentos, un aseo, cocina, salón, despacho y dormitorio.
Se aproximaron a este último. Como les había señalado el profesor, rebuscaron en el armario, detrás de las túnicas. Pegada al fondo estaba la caja, la cogieron con mucho cuidado, no pesaba casi, la destaparon y no observaron nada que les llamara la atención, solo varios papeles amontonados.
-No sé qué buscamos, Cloris.
-Mira, hay una cartulina con un número escrito, tiene que ser esto.
-Detrás de la estantería tres -leyó Céfiro-, eso quiere decir que debemos mirar en el despacho.
 Advirtieron una librería repleta de manuales de Historia Actual en la que anteriormente no se habían fijado. Del tercer estante, Cloris sacó uno de los libros, en el hueco, observaron una sucesión de volúmenes completamente diferentes.
-Creo que los tenemos, aquí hay ejemplares de todas las épocas.
-No podremos más que con unos cuántos, nos llevaremos los que nos parezcan más importantes y habrá que darse prisa antes de que lleguen.
- ¿Te parece que vendrá alguien?
-Estoy seguro, Cloris, estamos vigilados, no lo sabíamos, o no queríamos saberlo.
Rápidamente eligieron diez, entre ellos, “2019”, “2020” y “2021”. Los guardaron en las bolsas sujetas a la espalda y se dirigieron a la salida. En aquel momento comenzó a oírse el mismo sonido atronador que en la universidad y asumieron que estaba a punto de ocurrir igual, un desplome del techo. Céfalo apretó la mano de Cloris, dio un fuerte soplido y de un salto se situaron al lado del elevador, frente al foso de las escalas de alambre moldeable. Se ajustaron a ellas a la vez que iniciaban la bajada, las cuerdas se ceñían a la anchura y al tamaño de los pies. Cuando alcanzaban la vía, observaron cómo el piso número diez quedaba hecho escombros, solo ese. Regresaron a su casa atónitos, sin poder creer lo que habían visto.
-Tenemos que esconder estos libros, es la prueba que nos ayudará a recomponer el pasado. El profesor ha muerto y aparte de él no queda nadie que nos descubra lo que ocurrió.
Durante unas semanas el aula de Historia permaneció cerrada debido a una fuerte explosión, según decían. Cuando se reanudaron las clases una vez reparada, se anunció que lo causó un golpe de viento pasajero. A nadie le extrañó, estaban acostumbrados a aceptar todos los argumentos de Arriba. Solo Cloris y Céfiro conocían la verdad, y desde entonces se supieron desprotegidos. El GRAN HACEDOR ya no se ocuparía de su felicidad. Tomaron conciencia de que debían leer los volúmenes cuanto antes, anotar lo relevante y, en caso de apuro, quemarlos. Decidieron comenzar por “2019”, dejarían para más tarde la traducción del vidente y vaticinador de las catástrofes que se sucederían en el tiempo, porque era demasiado complicado y, aunque ya lo habían comenzado, les resultaba inasequible, ya lo desentrañarían poco a poco. Sabían que, al menos, uno de los vaticinios se había verificado en el 2020.
Mientras leían, las palabras del viejo profesor sonaban coincidentes. También hablaba de ELLOS. Cloris, de repente, optó por saltarse el orden de lectura y se concentró en “La Profecía”.
-Fíjate, Céfiro, en lo que dice. Te lo leo: He aquí la herencia que debe recibir nuestra humanidad durante el siglo XXI y que acompañará durante el siglo XXII a algunos grupos humanos en su difícil tarea de salvarse de la catástrofe cíclica y fundar una nueva humanidad. Estamos en el 2120 y, según parece, nuestra humanidad no es la misma que la de antes. ¿Cómo ha sido el cambio?
-Debemos terminar los que hemos empezado par formarnos una imagen clara de lo que ocurrió. Tengo la impresión de que no nos permitirán que los tengamos mucho tiempo. Cloris, lo mejor será que comentemos lo que vayamos descifrando.
- ¿Por qué dices que hay que descifrar?, con examinar todo lo que cuentan será suficiente.
-No lo será. Hay muchas explicaciones en clave. Lo importante es averiguar quiénes eran ELLOS. Es muy probable que fueran los autores de estos libros.
 Ambos se afanaban en escribir cuanto creían revelador, también lo que no entendían, luego lo interpretaban juntos. Era una tarea dificultosa; a veces, debían releerlo para estudiar su significado. De esta forma transcurrió un mes. Aparentemente nadie observaba sus movimientos, aunque percibían un velo tendido, suave y gaseoso, sobre sus cabezas. Un día soleado, después del trabajo en el huerto, Céfiro le dijo a Cloris.
-Creo saber lo que pasó. Llevo horas interpretando algunas palabras, como supuse, la mayoría forma parte de una serie de combinaciones. Espera a la noche y te lo explico.
Después de la cena, Céfiro se sentó a su lado y se dispuso a hablar.
 -Empezó a gestarse una matanza en serie en 2019. Un grupo de hombres poderosos que podemos llamar ELLOS, crearon un virus imperceptible dotado de una virulencia extrema. Lo extendieron por el Planeta de forma que penetró en todos los cuerpos, unos morían entre espasmos horribles, otros solamente contagiaban sin demostrar síntomas. Llegó un momento, cuando los científicos creían haberlo atajado, que reapareció con mayor malignidad. Eso ocurrió a finales del 2020. Y comenzaron a morir niños, jóvenes y ancianos.
- ¿A qué se debía ese brote? ¿Podría ser que lo hubieran provocado?
-Así es, Cloris. Deseaban poseer el mundo unos pocos y vivir como en un paraíso. Desapareció la humanidad y ELLOS, alrededor de cien, ocuparon los territorios y se abastecieron de las riquezas. Sin embargo, no contaban con su propia podredumbre. Eran egoístas y envidiosos. Pronto se reanudaron las peleas, no se conformaban con lo que tenían, unos deseaban mandar sobre los otros. Luego llegó lo que nunca pensaron que alcanzarían, la vejez y el deterioro. Y volvió a haber pobres y ricos, acaudalados y desheredados. En el 2039 hubo algún superviviente que decidió escribir esa época atroz que abarca desde el 2020 hasta el 2080, que fue peor o igual a las anteriores.
- ¿Y crees que a partir de ese año aparecemos nosotros?
No lo sé, no he terminado de leerlos y temo que no nos dé tiempo.
- ¿Estarán al tanto de todos nuestros pasos? -cuestionaba Cloris.
-Sí, lo creo. Sobre todo porque me falta encontrar la relación que entronque con nosotros y que no interesa a nadie que sepamos.
-Lo que no entiendo es lo que dice la Profecía, habla de que solo unos pocos humanos se salvarán de la catástrofe cíclica.
-Seguro que la hubo. ¿Y quién la provocó? Me pregunto si la persona que escribió los últimos libros era el viejo profesor. No era como nosotros.
-Eso es cierto, venía de atrás, él nos lo dijo.
Después de esto, tanto Cloris como Céfiro decidieron pasar todo el día siguiente leyendo encerrados en la casa con la intención de apurar hasta la última letra para comprender las frases más intrincadas. En las páginas centrales del tercer volumen había varios mapas astrológicos. Estaba dibujado un círculo con los signos del zodíaco, la Vía Láctea, las osas mayor y menor, la galaxia Andrómeda y, lo más curioso, el sol y los planetas de nuestro sistema, repetidos muchas veces en otros cosmos.
-Céfiro, es como si existieran universos paralelos, idénticos, como si nuestros yoes tuvieran la capacidad de vivir diferentes vidas en distintos mundos. Si se destruyera el planeta Tierra no pasaría nada, habría otro planeta similar que lo sustituiría. ¿Podría ser ese nuestro eslabón? Explotaría uno y rápidamente continuaríamos todos en el semejante, lo único sería que en este segundo mundo no existiría el pasado histórico.
-A no ser que alguien se hubiera molestado en escribir la Historia y guardara los libros.
Ambos se miraron entusiasmados, de pronto habían descubierto una verdad insospechada que los conduciría a esclarecer el resto.
-Claro, el viejo profesor sobrevivió, guardó los de historia antigua y escribió los hechos ocurridos durante los años 2019, 2020 y luego cien años más. Acuérdate de que se le inyectaron células para que fuera tan longevo como los recién llegados.
- ¿Por qué tendrían interés los nuevos habitantes en conservarle la vida?
-Buena pregunta, y también, ¿cómo llegamos nosotros hasta aquí?
Se habían quedado sin respuestas, aún tenían demasiados lapsus en la cabeza. Sabían que tenían las réplicas delante, en los tomos que habían recogido de la vivienda del profesor y que no les era posible prolongar porque la mente se les había embotado, las ideas se amalgamaban en un ovillo duro que les costaría desmadejar.
-Deberíamos dejarlo durante una semana, Céfiro, mis ojos y mi cuerpo me piden un poco de aire, ejercicio físico, respirar.
-Está bien. Podríamos ir a la montaña azul e instalarnos en la gruta. Serán unas vacaciones. Desde allí daremos paseos, escalaremos y nos bañaremos en el lago.
Al amanecer de la mañana siguiente prepararon todo lo necesario para subsistir durante siete días. Céfiro incluyó en su bolsa a escondidas de Cloris cinco de los libros, alentado por su convicción de que no había ningún minuto que perder. Se levantaba al alba, cuando ella dormía, se sentaba en el umbral de la cueva, abría las obras, las devoraba casi, luego iba escribiendo lo que no deseaba olvidar.
De día disfrutaban de la altura, rodeados por montes de color añil, acompañados por aves con el plumaje gradual y exótico del arco iris, con su gorjeo vario y melódico. Al fondo divisaban la ciudad, casas bajas y palacetes, mezclados. Era una belleza para los sentidos.
-Céfiro, ¿no es esto el paraíso, o el olimpo de los dioses? ¿Por qué perseguimos otras ideas, otras formas de vida que no nos corresponden? ¿Nos hemos vuelto locos?
-No, Cloris, acabamos de descubrir que lo tenemos todo menos la libertad y el conocimiento antiguo. Se nos impide saber, no basta que nos proporcionen las necesidades o los apetitos. Creemos que eso es suficiente, hasta que apreciamos que existe algo más allá que se nos escapa y surgen miles de preguntas, los porqués, y nos revolvemos; así no, Cloris, con la mente amputada no puedo ser feliz.
-Tienes razón, por un momento pensé que era más cómodo dejar correr lo poco que sabemos.
-Cuando adviertes que hay unas fuerzas que te obligan a vivir de una determinada manera no existe el retorno. La libertad y la comprensión van unidas. Nos comportamos según lo que se nos ha impuesto; todo es bueno, somos felices, no hay tristeza, ni miseria, ¿qué más se podría desear? Yo sí, aspiro a tomar mis propias decisiones, equivocadas o no.    
-Ellos tienen la experiencia de adónde condujeron las equivocaciones de los hombres -Cloris inconscientemente se había referido a ellos como a los Regidores y corrigió-. He dicho ellos y no tienen nada que ver.
-Yo diría que podría ser una opción, ¿Cómo no lo había pensado antes?, ¿será el cabo que nos une a los antiguos? -se puso serio y le indicó-. Tengo que decirte que he continuado mirando los libros y he llegado a unas cuantas conclusiones. Efectivamente, hubo un cataclismo en diciembre del 2020. Además de la pandemia, comenzaron terremotos simultáneos por todo el planeta a los que siguieron grandes tormentas, tsunamis y vendavales. En la Tierra no quedaba un alma viva, la ira de Dios se había desplegado, dijeron los seres vivientes, seis individuos, uno de cada raza: negra, amarilla, blanca, cobriza y lapona. Tres mujeres y tres hombres que habían permanecido ocultos en oquedades de diferentes lugares. La desolación era absoluta. Entonces, hubo una extraña fuerza que los reunió, y se aparearon y formaron gentes nuevas que poblaron las tierras yermas durante cien años -Céfiro hizo una pausa antes de continuar.
“Esa potencia extraordinaria emergió del universo paralelo, del planeta análogo a la Tierra. Las mismas personas, que venían de una dimensión distinta les enseñaron los rudimentos necesarios para subsistir. La energía de la vida no era igual, se envejecía a partir de los ciento cincuenta años y muy lentamente. La mescolanza de especies humanas había dado lugar a individuos singulares, que no se parecían a los anteriores a la catástrofe.
-Vaya, sí que has leído, Céfiro, ahora mi curiosidad es mayor, ¿estás insinuando que nosotros venimos de esa especie nueva y anómala?
-Eso creo, hubo una gran transformación y lo importante es que esas fuerzas poderosas son las que ahora rigen nuestro Cosmos y las que han decidido implantar la felicidad.
- ¿Tanto poder tienen?
-Sí, y también son impenetrables, el bienestar a cambio de no quebrantar sus normas, que consisten en aceptar cuanto nos viene dado por ellos, sin preguntar, sin averiguar, ni quiénes son, ni siquiera si pertenecen a un tercer universo espejo de este -Céfiro inspiró unos segundos y prosiguió-. Pero tuvieron un fallo.
- ¿Cuál?
-El profesor. Lo encontraron acurrucado bajo unas tejas en su propiedad. Había resistido al cataclismo y a la infección. Lo incorporaron a la nueva civilización y le inyectaron las células que le convertían en nuestro análogo, como te he dicho. Se dieron cuenta de que era un sabio y mientras no fuera peligroso lo mantuvieron vigilándole. Impartía clases y su existencia transcurrió sin problemas. Un día apreció que era anciano, le quedaba poco para la muerte y se propuso hablar. Su final lo conoces.
Después de esta disertación Céfiro permaneció callado. Cloris extendió la mirada hacia el horizonte. Era tiempo de reflexionar. ¿Les había servido para algo conocer tantas cosas? ¿Cuáles serían los sucesivos pasos? Sin saber por qué comenzó a sentir pánico, habían roto las reglas. De lo que había contado Céfiro, deducía que su naturaleza era gemela a la de unos personajes que acabaron destruidos y que para evitar que se repitieran las mismas semejanzas, los que mandaban, habían encapsulado sus vidas a su manera y conveniencia, disponiendo qué era lo mejor. Todos se conformaban sin discutirlo, “pero…”, ella se debatía en el “pero”, ¿y si había disidentes o rebeldes? ¿Por qué no dejar a cada uno la libertad de ser como quisiera? La bondad y la maldad, la perversidad y la integridad, la virtud y la amoralidad, conceptos inherentes a la condición humana, ELLOS debían dejarles que fueran dueños de su albedrío.
-Céfiro -dijo al fin-, nos hemos adentrado en una zona muy arriesgada, ¿por qué no nos olvidamos? ¿Qué nos importa si hubo una gran tragedia? ¿No nos evitan todo el dolor que pueda sucedernos?
Él entornó los ojos para no descubrir su incertidumbre, se encontraba en la misma situación que ella, no estaba seguro de si debía seguir adelante, adelante sin parar. La disyuntiva era, continuar como antes, o indagar quiénes les gobernaban y tomaban las decisiones, qué conocimientos tenían por encima de las personas, ¿acaso se trataba de mentes superiores y su destino era simplemente aceptar lo que les estaba reservado para de esta manera preservar la vida humana?  
-Tal vez sea cierto y debiéramos abandonar, lo único que me incita a no bajar la guardia es el profesor. Acabó su existencia de una forma cruel e injusta, nos legó sus libros y parte de su sabiduría. ¿Por qué actuó así? Quiero creer que se sintió en la obligación de divulgar que no hay que estar siempre conformes con unas reglas establecidas, en el fondo proclamaba la autonomía de la conciencia, la necesidad de comprender y conocer los misterios del universo.
-Solo ELLOS saben cómo funcionan los Cosmos y, fíjate, que otra vez he pronunciado ELLOS, pero ahora, a propósito, con mayúscula.
-Sí, porque creo que no desaparecieron, sino que sufrieron una mutación, los neutrones de su cuerpo decayeron en protones. Ocuparon sus yoes en el universo paralelo, allí seguían siendo los poderosos, y nos transportaron a nosotros, los mismos individuos gemelos que vivíamos en unas condiciones diferentes. Aquí no habría miseria, ni tristeza. Controlarían hasta el último movimiento de los nuevos habitantes y no se dejarían ver nunca. ¿Qué pretendían en realidad?, únicamente continuar manejando el poder y ser inmortales, ya que en el momento en que su desgaste fuera visible, mutarían a otro lugar de sus consciencias, donde se desarrollarían en otro cosmos idéntico, y así sucesivamente.
-Céfiro, estoy hecha un lío, ya no entiendo lo que es bueno ni lo que es malo, si no nos volvemos atrás y continuamos nuestras pesquisas, deberíamos saber qué nos puede pasar y por qué. Siempre hemos recibido lo que tenemos de manos anónimas, nos lo encontramos en la puerta de las casas. El Planeta es muy grande, se nos permite viajar, recorrerlo bajo el lema de la felicidad, nos lo creemos. Sin embargo, me gustaría conocer a alguno de ELLOS.
 Céfiro como respuesta buscó la página 300 y leyó.
 -Escucha lo que dice: En el año 2120 reinará la paz y la felicidad sobre la Tierra. Como ves, se cumple. No explica nada más.
-No me has sacado de dudas, regresemos, estoy cansada de la montaña.
En los días sucesivos, a pesar de que estaban convencidos de que ELLOS conocían absolutamente sus pasos, no apreciaron que corrieran ningún peligro. En cambio, se sentían aplastados por un desasosiego que les ahogaba y decidieron no abandonar las clases de Historia de la universidad. Las impartía una mujer de unos noventa años, de piel cobriza. Más que nunca deseaban conocer cómo abordaba el comienzo del siglo XXII, de dónde venían sus orígenes y qué aclaración daba al hecho de carecer de antecedentes históricos.
Era evidente que no lo quería decir. Se limitaba a considerar que la Historia comenzaba en el 2021, cuando una gente nueva ocupó un planeta desolado, sin habitantes, dando lugar a una generación más fuerte y hermosa que las anteriores, que se extinguieron por su maldad y por no saber cuidar de su hábitat.
-Pero eso no es exacto, no todos eran así -se atrevió a formular Cloris.
La profesora levantó la vista de los papeles que tenía sobre la mesa y miró fijamente a la chica, extrañada de su audacia, ¿cómo se atrevía a contradecirla? Era importante que los alumnos supieran la verdad, y no era otra que la que estaba afirmando.
-Mire, usted no sabe nada. Yo he estudiado, y me pagan para enseñarles que somos un pueblo extenso, moderno, que ha venido a salvar la Tierra del desamparo, un lugar apto para vivir en paz, y precisamente eso era lo que no había en los siglos precursores.
-Pero tenemos derecho a conocer la crónica de esos años. ¿Es que nadie nos lo puede explicar?
Céfiro le dio con el codo para advertirla de que era mejor que se callase. Hubo un silencio profundo. La conferenciante continuó su discurso sobre los beneficios de la nueva Historia como si no la hubiera oído. Al terminar le hizo una seña indicándole que la esperara. Salieron todos del aula menos ella, Céfiro y la profesora.
-No sé qué está buscando -le formuló con voz agria.
-Sí lo sabe, estoy segura de que es una de las personas que están informadas de cuál era nuestro mundo de antes, que conoce de dónde venimos y, sobre todo, el porqué de tanto secretismo.
La profesora sí sabía, nació en el 2021 y oyó a lo largo de su juventud lo que se comentaba, que unas personas sufrieron calamidades no solo por culpa de otros de su especie, sino por el destrozo del medio ambiente. Cierto que no todos eran iguales, había buenos y malos. Luego llegó la gran prohibición, los de Arriba decidieron crear un estado perfecto, donde las personas se sintieran en una situación óptima y no necesitaran interrogar a nadie sobre su pasado. ¿Qué pretendían con eso? Ella también se lo había preguntado muchas veces. Tampoco los había visto nunca, recibía órdenes de voz con las instrucciones para la exposición de las tesis. Lo más sorprendente era que alguien se interesara por cuestiones no permitidas, eso desacreditaba el plan supremo que habían ideado. Realmente, como seres individuales y distintos, siempre existirían quienes no se conformaran con las premisas establecidas. Le parecía expuesto contestar, no obstante era su deber.
-Exactamente, ¿qué es lo que desean conocer? -tenía que actuar con precaución, solo respondería a preguntas precisas.
- ¡Todo! -estalló Cloris con vehemencia- Cómo hemos llegado hasta aquí, de dónde venimos, quién nos maneja y…  
-Por favor, no siga, es demasiado -reflexionó unos instantes y continuó-. Nací en el siglo XXI, he pasado años examinando nuestros orígenes cuando estaba permitido. En el 2080 los de Arriba temieron que se repitieran los errores anteriores y vetaron su estudio. No me había encontrado hasta hoy con nadie interesado por los antepasados. Casi todo el mundo ve colmadas sus aspiraciones y no ambiciona nada más. Pienso, que si les cuento una parte de lo que sé, no van a cambiar su forma de vida, ni van a exigir que les reemplacen por aquellos que tiempo atrás habitaron estas tierras, es imposible. Venimos del universo adjunto, que es espejo del que provenía el Planeta Tierra cuyos ocupantes se extinguieron. Los Regidores tienen la experiencia y saben lo que es beneficioso. Creo que debemos conformarnos y no establecer suposiciones inútiles. 
Céfiro no estaba conforme, se le atragantaban las palabras, que optaban por salir a la vez.
-Habíamos llegado a esa conclusión, estamos seguros de que nos mutaron y trasladaron, lo que necesitamos averiguar es quiénes son ELLOS y hasta dónde llega su poder.
La profesora palideció, se la veía intensamente nerviosa.
-No me lo pregunten, no quisiera responder.
-No lo haga, se lo diremos nosotros. ELLOS ya estaban en el universo anterior y provocaron parte de los desastres que acaecieron. Crearon un virus letal, destrozaron el ecosistema con sus inmensas fábricas. Eran científicos que descubrieron la existencia de los cosmos iguales entre sí y consolidaron su vida eterna pasando de un universo a otro, puesto que lo conforman millones. Se han asegurado el poder y la perpetuidad en cada uno, por los siglos. Si en este nuevo planeta han implantado la felicidad suprema, en otros, podrían imponer la desgracia o el sufrimiento. Mientras ELLOS se repitan eternamente, mantendrán la supremacía. Nos hacen creer que en el mundo del que venimos no existía la maldad. ELLOS han hecho que nos olvidemos, que únicamente recordemos un sistema que comienza en el 2021.
 La instructora asentía sin decir nada. Luego, tomó un sorbo de agua de la mesa y declaró.
- ¿Cómo se han enterado de tantas cosas?
-Seguro que ha conocido al anciano profesor, él murió de forma inexplicable. Antes de que ocurriera el óbito nos mostró dónde guardaba los libros. Después de leerlos, no estamos satisfechos con que nos manipulen, esa bondad que fingen los Regidores, para nosotros es una perversión y creo que usted lo corrobora con su silencio.
-Deben salir cuanto antes, ustedes y yo. Se puede hablar de lo que sea, menos de ELLOS, así lo tienen establecido.
Sin esperar a oír nada más, Céfiro y Cloris se cogieron de la mano y saltaron literalmente por encima de las mesas hasta la puerta de emergencia. En aquel momento, un estruendo ensordecedor precipitó el techo sobre la totalidad del aula. La profesora había quedado atrapada.
-Otra vez ha ocurrido lo mismo. Me pregunto, Céfiro, por qué nos salvamos siempre.
Entonces, una voz enérgica retumbó desde el cielo. Ambos se quedaron petrificados en el centro de la calle.
-Os salváis porque así lo hemos decidido. Sabemos que no vais a tomar ninguna medida que nos perjudique. Jamás lo contaréis, ni facilitaréis enseñanzas sobre nosotros o sobre lo que habéis indagado. No sois molestos, ni podríais hacernos daño aunque os lo propusierais y os perdonamos la vida.
La voz había dejado de oírse. Al parecer, excepto ellos dos, nadie había tenido potestad para escuchar. Se dirigieron a su casa sin hablar, ¿eran unos privilegiados o por el contrario desafortunados al percibir la impotencia de rebelarse y cambiar el orden preestablecido? 
Por la noche, Cloris no podía dormir; salió al jardín y se sentó en el asiento en forma de arco, blando como las pompas de jabón, ligero como el agua. Una de tantas comodidades que debían agradecer a los de Arriba. En el cielo, la luna redonda y clara dispersaba su luz blanca que la arropaba y la cercaba abrazándola. Arriba estaban ELLOS, de allí venía su voz, ¿debían seguir viviendo rodeados de misterios ahora que empezaban a descubrir otros horizontes?, se preguntaba, ¿ser conformistas? Al poco rato, Céfiro se colocó a su lado.
-Supongo lo que estás pensando, no hay alternativas, dejemos que llegue mañana y tendremos la mente despejada. Ahora es mejor descansar.
Ambos entraron en silencio en el dormitorio. Cloris no tardó en coger el sueño y Céfiro aprovechó hasta la madrugada para leer a fondo las Profecías, quería comprender el significado de las estrofas y cuartetas en las que se anunciaba el porvenir de los hombres. Cuando ella se levantó le encontró recostado sobre el libro.
-Ya veo que intentas buscar una salida y para eso te has pasado la noche en vela.
-Sí, porque no sé qué lo debemos hacer, le doy vueltas a los augurios del vidente y no aclaro nada. Es como si nuestro futuro estuviera escrito y, una vez que lo hemos conocido, ya está, misión cumplida -de pronto una idea cruzó por su cabeza-. Se me ocurre algo que podría hacer cambiar el rumbo de las cosas. La ciencia.
- ¿La ciencia cómo?
-Tenemos acceso a los talleres de tecnologías avanzadas. Somo jóvenes, disponemos de años para estudiar la física cuántica. Según nos ha contado la profesora, los Administradores tienen un plan, mutarse al cosmos paralelo antes de su muerte. Eso lo podríamos conseguir nosotros, con la diferencia de que nuestro único propósito es evitar que en los sucesivos planetas a donde ELLOS vayan, siembren el caos. Aquí nos han instalado en la felicidad máxima simplemente para demostrar que son los artífices del bien y del mal. Sin embargo, hemos conocido que fueron los causantes de la destrucción de la Tierra en el 2020 y que ahora han aniquilado a dos personas que no cumplían sus órdenes.
-Creo que tienes razón, esta será nuestra evidencia, conocer que estamos predestinados para cumplir una misión imperiosa. Ahora estoy segura del mensaje del anciano profesor, alguien se informaría y buscaría la forma de luchar contra ELLOS. Somos los elegidos y nadie lo sabrá.
Había llegado la primavera; el día era claro y transparente, Cloris y Céfiro dieron un largo paseo por los alrededores entre los árboles frutales; infinidad de plantas ofrecían colores y olores, con los nuevos brotes, el campo lucía su gama de verdes, los insectos salían de la tierra, las aves cantaban a la vida. Era un paraíso natural y esta vez lo veían con ojos diferentes, con la sensación aprendida de que todo cuanto pisaban no era ficticio. El convencimiento de que podrían evitar la maldad de los de Arriba, proyectaba sus pensamientos en una dimensión distinta. Fue en ese momento, cuando el viento del Oeste y la reina de las flores se fundieron en un abrazo que se extendió por toda la Tierra. 










            


   








  

       


              




  




   
              




  




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