jueves, 9 de abril de 2020

Impotencia


 IMPOTENCIA


Desde la ventana veo volar las palomas, algunas se arrullan. La primavera amanece madura, el sol calienta tibio, la vida nace. Me asomo para respirar un aire más limpio que el de ayer. Con la ausencia de vehículos soltando gases todo se renueva. Las calles vacías, asépticas y desoladas, la gente que mira tras los cristales de sus casas como celdas de abejas, y la Naturaleza que muestra descarada el nacimiento de los brotes y las hojas recién nacidas verde-claro de los árboles, mientras los ojos de la gente están tristes.
            Alejamiento o retirada del mundo, del trabajo, de la vida, y la muerte cercana, así lo percibo. En mi cartera solo me quedan veinte euros, en el banco, nada. Me prometía unos meses de verano felices. Entre mi mujer y yo ganábamos suficiente. Este año habíamos decidido pasar las vacaciones en un pueblo de Galicia con los dos pequeños. Ella, como limpiadora del hotel, y yo en mi profesión de camarero, juntábamos un buen salario.
            Son las ocho de la noche, oigo las palmas de los vecinos. Una furgoneta cargada con productos de supermercado se detiene frente a mi portal. Las lágrimas se deslizan por mi cara. Yo no puedo comprar. En la nevera queda una caja de leche y media docena de huevos. Hoy cenaremos, mañana será otro día.  
           



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