domingo, 20 de marzo de 2022

AMISTAD

AMISTAD

 

 

Kiev, 20 de marzo, 2022

 

Querida Katia: mientras te escribo, oigo el estruendo de las bombas y ya no me estremezco como al principio. Parece como si nos acostumbráramos a todo, a ver muertos por las calles, a comprobar las casas derruidas, a las colas para conseguir una barra de pan. Desde mi ventana, los cristales rotos de enfrente me dejan insensible y me pregunto cuánta capacidad tiene el ser humano para el sufrimiento cuando de repente tu vida da un vuelco, cuando sufres un cambio sinsentido, y sin embargo aguantas, porque no quieres perder más, resistes y, aunque te vaya la vida, sabes que otros detrás de ti continuarán. Esa es la esperanza.

            ¿Te acuerdas del verano pasado aquí en mi ciudad qué bien lo pasábamos? Tú rusa, yo ucraniana, ambas amigas. Íbamos por las mañanas a la playa, por las tardes al cine o a pasear por el parque. Te despediste al acabar las vacaciones hasta el 2022, me dijiste. ¿Cómo podíamos sospechar que la maldad nos envolvería? La maldad y la bondad van de la mano. Hombres malos y hombres buenos que nos asedian o nos acompañan.

Querida Katia, no sé si mi carta te llegará, espero que cuando acabe esta guerra puedas encontrarla en algún lugar, tampoco sé si para entonces estaré muerta, pero mis palabras pervivirán como un testimonio vivo del amor que prevalece por encima de la crueldad. Mi único deseo es que no te olvides de que aquí tienes una amiga.

Abrazos.

Kalinka.   

 

sábado, 19 de marzo de 2022

LLORAR

VOCES DE UCRANIA

LLORAR

 

 

            El camino cubierto de polvo es largo, tan largo que no tiene fin. Estoy llorando porque no entiendo nada. Me han dicho que no pare, yo quería quedarme con mi mamá tumbada en el suelo y no me han dejado. ¿Por qué no me dejan morir con ella?, tengo que seguir, me dicen, por esta carretera interminable, da igual a dónde vaya, ni con quién estaré, solo sé que me obligan a vivir. Tengo hambre y frío, tengo once años, y ahora, estoy solo. Ante mí se extiende una vida por delante, oigo decir, me he salvado ¿Debo estar contento por eso o porque sin saberlo me acerco a la muerte? No quiero andar por este camino, me canso, prefiero quedarme junto a mi madre, fría y quieta en el suelo. Ayer era feliz, iba a la escuela, regresaba a casa, me sentía querido. Hoy lloro con rabia, con desesperación. Hoy no tengo a nadie, mi padre se fue a luchar, mi madre me cubrió con su cuerpo para salvarme. Llorar es el desahogo de los niños, dicen, yo he visto las lágrimas de los mayores. Lloro porque he dejado atrás mi vida, mis ilusiones se han truncado, mi memoria será siempre el horror. Llorar y dejarme empapar del miedo. Una voz grita tras de mí que no pare de caminar, ¿a dónde voy? Me dirijo hacia el infinito, donde todo es llanto y crujir de dientes. Intento sacar fuerzas, mis piernas flaquean, sigo por el sendero correcto, el pasillo que me llevará a un mundo desconocido; el amor lo he dejado lejos y me pregunto por qué.

            Me lo han quitado todo y solo me queda llorar.