IMPOTENCIA
Isidoro. Nos han restringido el habla a
seiscientos caracteres. Sed breves, amigos.
Jareño. En el ancho espacio, cuyos muros
construí, ser parco es una paradoja.
Quevedo. De ser escueto y conciso tengo fama, Isidoro. Me
gustaría advertir al visitante con un
mal libro en la mano que es peor aún tropezarse a mujer rubia, carirredonda y
pedigüeña. ¿Ni siquiera puedo hacerlo?
Isidoro. Ni siquiera eso, Quevedo. Ni vos
tampoco digáis más, Jareño, que ya el espacio se acaba. Sabed que en la brevedad
está la sabiduría. Las miles de palabras que lo ocupan, bastan.