miércoles, 8 de abril de 2020

Soledad




Soledad


Soledad y miedo que se mete entre las costillas, no sé si soy un héroe o simplemente una persona que cumple con su deber. No me siento héroe, es mi cometido y me ha tocado, como los soldados que esperan con angustia que les envíen al frente. Nunca saben si regresarán, solo les llama la obligación, obedecen, el que se escabulle es un desertor.
            En mi caso no se trata de obediencia, me pregunto si lo hago por humanidad o porque necesito el trabajo; luego, al ver la tragedia, me sale esa parte humana que llevamos dentro que me conduce a ser solidario. Cuando estoy junto a los cadáveres las lágrimas me inundan, pienso en la multitud de personas que se han muerto solas, ahogándose, y en los familiares que lloran su pérdida.
Los ataúdes se multiplican, no damos abasto a enterrarlos. En circunstancias normales he realizado mi tarea insensible, el fallecido ha cumplido su ciclo vital. Ahora es distinto, cada día, cientos, cada hora llegan a la morgue a montones cubiertos con los sudarios que se han habilitado.
   Soledad al llegar a casa, aislado de mi mujer. Miedo constante al contagio. Me rodean la soledad y el dolor y la imagen de los féretros, fija en mi mente. Como dice el poeta, “qué solos se quedan los muertos”.

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