miércoles, 2 de enero de 2019

ES NAVIDAD


ES NAVIDAD




            El viejo le explicaba al nieto la historia. Hacía frío, los leños chisporroteaban en la chimenea del hogar. Le había preguntado qué era la Navidad.
            -Debes saberlo, todo el mundo debería saberlo. Hace más de dos mil años nació un niño en una tierra lejana. En su mochila traía muchos mensajes. Y ocurrió que, mientras iba creciendo, se desprendía de alguno y así aligeraba su maleta. Los dejaba en cualquier lado, en las casas de los vecinos y en las de los amigos.
            “Al hacerse mayor, comenzó a viajar por los caminos y continuó vaciándola como cuando era pequeño. La gente los almacenaba y después de mirarlos los echaba en saco roto, eso quería decir que los perdía por los agujeros de su talego”.
            “Otros, en cambio, los guardaban como tesoros. Ya te he dicho que esto ocurrió hace muchos años en un país muy lejano”.
            El viejo hizo una pausa, y el nieto le preguntó.
            - ¿Tú sabes lo que decían esos mensajes?
            -Sí, eran tristes y alegres. Los tristes aseguraban que el mal se había apoderado de los humanos, reinaba en ellos desde que el hombre era hombre y estaba invadiendo el planeta. La maldad se enseñoreaba de gran parte de las personas de todos los países y de todos los tiempos. Cuando los ángeles lucharon por el bien y el mal, venció este último, ganaron los malos, entonces la mezquindad se adentró en las mentes y se volvieron crueles y egoístas.
            “Por eso nació ese niño cargado de promesas buenas, por eso las repartió, aunque sólo unos pocos las asimilaron y las pusieron en práctica. Gracias a ellos el mundo aún sobrevive. Son los que, a lo largo de las generaciones, creen en el bien”.
                El viejo hizo otra pausa y el niño le preguntó.
            - ¿Tú sabes qué es el bien?
            -Claro, es pensar en los demás, es comprender, es ayudar y, sobre todo, es amar. Esos eran los mensajes alegres que aquel niño que nació hace mucho, en una tierra lejana, quería enseñar a los hombres.
            “Ese niño llevaba la Paz en su mochila para contrarrestar a los violentos, a los codiciosos y a los desalmados”.
            El viejo volvió a hacer otra pausa y dijo.
            -No creas que la navidad es estar muy contento durante una época del año y comprar muchas cosas. La Navidad tiene su espíritu y hay que comprenderlo. ¿Sabes cuál era uno de los mensajes de aquel niño? Sus palabras eran estas: Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad.  Ya ves, sólo pretendían recordar que siempre habrá quienes la desean y da igual que sólo sean unos pocos los que se enfrentan a las injusticias.
            El viejo se quedó contemplando la leña. Las llamas formaban figuras extrañas, con miradas feroces, engulléndose unas a otras; veía el mundo en toda su dimensión, el odio cubría sus rostros, sin parar nunca; personajes que se esfumaban daban paso a otros nuevos, repetidos e iguales.
            Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Abrazó a su nieto.
            - ¿Te has dado cuenta? Hoy es Navidad.
            El niño no dijo nada, se incorporó y se acercó a la ventana, era de noche. El abuelo fue tras él, le dio la mano y salieron a la calle. Una multitud poblaba las aceras; personas de todas las edades; apenas se distinguían unas de otras; ricos y pobres, gentes sin rostro que encerraban sus sentimientos en un abismo interno, máscaras silenciando todas las pasiones y estados de ánimo, la tristeza, la alegría, la codicia, la desesperación, la soledad, el amor y el odio.
            Todas constituían un enjambre de sensibilidades y reacciones. El abuelo le dijo a su nieto.
            -El mundo está repleto de individuos que encubren sus comportamientos, ahí están, no adivinarás cuánto daño son capaces de hacer.
            El niño miró hacia arriba y respondió.
            -Abuelo, no quiero adivinar lo que ocultan las personas, quiero encontrar lo bueno de la gente, por eso estoy buscando en el cielo una señal, como esa que luce en el cielo.
El abuelo miró también, y la vio. Estuvieron largo rato contemplando el resplandor que anunciaba la bondad de los hombres. Las nubes formaban figuras de manos tendidas hacia los pobres, de abrazos a los que sufren, de ofrecimientos generosos de hospitalidad a los desheredados de la Tierra.
 -Esa luz se ha orientado en el cielo porque es Navidad. Ahora entiendo por qué se celebra este día. Está fija para mostrarnos su significado.
            -Así es, ahora has conocido su espíritu y lo has comprendido.   
            El abuelo le dio un beso al nieto y juntos regresaron a la casa sonriendo.
            - ¿Sabes? -le dijo-. La navidad existirá siempre mientras haya niños sobre la Tierra, porque son puros y aún no se han maleado.
            -Abuelo, y también para los ancianos como tú que eres puro igualmente.
            En las alturas, una estrella les guiñaba el ojo.
              
              


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